La belleza de los animales va más allá de lo superficial, si vivimos arraigados a lo que dictan los sentidos siempre amaremos lo medianamente bello bajo la definición de belleza heredada y que la vista tan sutilmente enjuicia. La verdadera belleza radica en el alma y es tu deber descubrirlo y entenderlo. Las mascotas bellas no lo son por su raza, por aquellas características que alimentan lo visual, un animal ciertamente bello lo demuestra conviviendo contigo, cuando de verdad la relación se afianza entre dueño y mascota sucede que las recompensas llegan entre juegos, caricias y más demostraciones de afectos, son la perfecta fórmula de la belleza.
El amor entre la mascota y su dueño es realmente la definición de la belleza. El sentimiento que se despliega en una relación comienza a demostrar a la persona cuan bello es un animal, sucede lo mismo con los seres humanos.
No debemos conocer la belleza como algo exterior cuando es realmente el alma la encargada de brillar con luz propia. Todos los seres son bellos incluso aquellos perros abandonados no dejan de expresar cariño por quien se atreve a acercarse para ayudarles.
Siempre habrá un perro moviendo la cola y saltando aún cuando es posible que jamás regrese su dueño. El amor hace bellos a los animales más no su apariencia. No te dejes cegar por los brillos del envoltorio, el sabor atractivo radica en el carácter de las mascotas, en su entrega y la confianza lograda contigo.