El silencio de una relación. Incluso con las mascotas podemos compartir un espacio lejos del trajinar diario, distantes de los ruidos del mundo como buscando un encuentro más profundo de la existencia humano-animal. La reflexión llega también en el silencio y la mascota lo entiende bien. Existe un lenguaje que no llega en manos del sonido, podemos por ejemplo pasar una tarde en el columpio o el sofá mientras la mascota es atraída por nuestro estado acurrucando su cuerpo a nuestros pies, en el caso de los gatos ellos deciden cuando quieren cariño y pronto los verás en tu regazo entendiendo lo inexplicable del instante.
El lenguaje del silencio también forja relaciones, la sola presencia del dueño y su perro compartiendo una mañana de descanso, una tarde mientras se oculta el Sol o la noche mirando las estrellas, todo implica un intercambio suave de sensaciones y es que al silencio lo puede acompañar una caricia sincera.
Las personas y los animales tienen un enlace fuerte, por mucho tiempo hemos faltado el respeto a este amor natural pero por lo menos con nuestras mascotas podemos pedirle perdón a la madre naturaleza. Sepamos afrontar grandes silencios junto a nuestros hermanos animales mientras meditamos sobre metas y objetivos, coexistencia y sentimientos.