La tenencia de una mascota repercute en el auge de responsabilidad siempre que el dueño sea lo suficientemente maduro para descubrirlo sin tomarse tiempo de vago. Ser responsable desde el primer día hasta el último, todo depende también de la educación que tienen las personas que cuidan de la mascota. El amor por los animales de compañía es fiel reflejo del amor que las personas recibieron de niños, durante nuestro crecimiento y aquellos momentos que marcan nuestro nivel de madurez. La crianza buena en el hogar es una de las bases para que los dueños sean personas responsables que se atreven a decidir aunque cometan errores durante el aprendizaje.
Es un hecho que las mascotas desequilibradas y con un comportamiento errático suelen tener dueños adolescentes, personas demasiado jóvenes que aún se encuentran madurando y tienden a fijarse gustos y momentos superficiales, desde luego no sucede con todos los dueños de mascotas pero más del 50% de jóvenes tienen perros con problemas.
Aquellos perros que tienen dueños adultos o mayores tienden a tener un comportamiento equilibrado, de alguna forma curiosa se afinan en el mismo estado psíquico de las personas y responden muy bien a diversos estímulos externos. Igualmente es curioso como un perro con problemas recibiendo crianza renovada de una persona madura y equilibrada puede alcanzar un nivel de armonía impensable.
La educación del perro es una extensión de la educación de su dueño, así como sucede con su energía positiva o negativa esta probado que los animales de compañía reflejan en buen porcentaje el espíritu del humano que les educa o rodea. Bien se dice que para tener buena cosecha hay que sembrar semilla pura. Si tu perro tiene un mal comportamiento es tiempo que mires al espejo y comiences a madurar como persona y compañero.