El final del ciclo de vida de una mascota suele significa gran tristeza para los dueños. Recordar aquellos buenos tiempos nos hacen devorar en tristeza, pensamos en la primera vez que llego al hogar, la mirada que tenía de cachorro y esas ganas de ser curioso. Las mascotas siempre dejan huella en nuestra vida, la agradable existencia en realidad no termina con la muerte, mientras tengamos el recuerdo y miremos adelante podremos respirar profundo sintiendo alivio con la sonrisa de la complicidad de aquellos buenos días y esperando los que vendrán.
Ninguna mascota ocupa el lugar de otra, así como los seres humanos los animales son seres que tienen personalidad y variedad irrepetible. Recordar es volver a vivir y volver a vivir no debe ser sobrevivir llorando. En poco tiempo tu alma va a asimilar la partida de tu mascota y sonreirás mientras llegan las imágenes de aquella existencia de amor.
Es bueno compartir lo que sentimos con otras personas, libera un poco tu espíritu y charla con algún buen amigo sobre la historia que los une, ¿cómo llegó a ti el cachorro?, ¿qué juegos le gustaban?, su comportamiento y la forma de demostrar cariño para contigo y el resto de la familia. Estos puntos y más te darán alivio y comprenderás que tu mascota no ha desaparecido, sencillamente su aventura continua donde algún día todos llegaremos.